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La disrupción como elemento generador en la escucha
Tomar una pausa para escuchar, especialmente a nuestra madre, la Tierra, siempre va a ser una práctica energetizadora y reveladora. Es importante mencionar que la escucha es diferente según desde donde escuchamos. Ésta es una invitación a escuchar desde diferentes estados interiores y también desde diferentes espacios exteriores. La idea es tratar de romper los paradigmas de nuestra escucha cotidiana, o sea la escucha desde nuestra zona de confort, para poder traspasar y transluminar nuestros puntos ciegos. Uno de los propósitos de las ceremonias indígenas tiene ese fin, el de ver más allá, el de acceder a una observación y escucha acrecentada. También el tabaco y otras plantas medicinales usadas por ellos pueden ayudar a lograr ese nivel de presencia, de observación y de escucha.
Pero hay otro escudo que nos impide una escucha plena. Se dice que “no vivimos en el mundo, vivimos en la historia que nos contamos acerca del mundo”. Podemos tener la voz de la Madre Tierra justo en nuestro oído, incluso hablando a gritos, y por más quietos que estemos no la escuchamos porque no cuadra con el relato que nos hemos contado. Les pongo un ejemplo personal. Durante muchos años trabajé con el Programa de Inmersión de la Iglesia Luterana en México. Venían grupos de EUA y Canadá a conocer y a escuchar líderes comunitarios, a conocer comunidades en lucha y tratar de entender los efectos de las políticas globales de sus países. Estas visitas fueron una forma de disrupción a su visión del mundo rompieron paradigmas para poder escuchar de manera diferente, y luego dialogar con la nueva realidad que estaban observando. Gracias a la disrupción pudieron escuchar desde otro lugar, de pronto pudieron apreciar lo que siempre estuvo ahí. Digo siempre estuvo, porque esa misma realidad de las comunidades marginadas, comunidades en lucha, existía a 30 minutos de su casa en EU, pero allá no la podían ver o escuchar porque los mecanismos de defensa se accionaban inmediatamente.
No escuchamos todo lo que nos rodea. Escuchar requiere una acción de provocación y disrupción. Así que la pregunta es: ¿Cómo podemos romper nuestros mecanismos de defensa para poder escuchar más allá? ¿Qué tal si fuéramos a una comunidad marginada, popular, a la que normalmente llamamos “pobre», y nos sentáramos ahí a escuchar a la Tierra? ¿Y si nos reuniéramos a escuchar a la Tierra junto a una persona o un grupo con quien no estamos de acuerdo? No digo que esté mal ir a ese lugar en la naturaleza que nos llama para tomar una pausa y reflexionar; no es una cuestión de una u otra forma de escuchar. La invitación es a abrir y a darnos espacio para escuchar desde diversos puntos del campo social y natural.
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