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Etiqueta: sostenibilidad
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Volver a la Tierra: el poder sanador de reconectar con la naturaleza
¿Cuándo fue la última vez que caminaste descalzo sobre el pasto?
¿O que te detuviste, sin apuro, a observar cómo bailan las hojas movidas por el viento?
¿Recordás el sonido del mar, el olor de la tierra húmeda, el tacto de una piedra tibia bajo el sol?Nos hemos habituado a vivir entre edificios, ruido y pantallas, conectados a todo… menos a lo esencial. Corremos detrás del tiempo, de la productividad y de las metas, sin detenernos a mirar el cielo ni a sentir el viento en la piel. En ese ritmo acelerado, olvidamos algo fundamental: somos parte de un ciclo natural mucho más grande que cualquier agenda.
La Tierra sigue ahí, paciente y generosa, recordándonos que sigue viva y que nos espera. Nos invita, con suavidad, a reconectar con nuestra esencia más pura: la de seres vivos que pertenecen a la naturaleza, no separados de ella.
Y sin embargo, nos vamos alejando cada vez más de ella.
¿En qué momento empezamos a creer que estábamos por encima de la naturaleza y no dentro de ella?Volver a nuestra esencia
No somos visitantes de este planeta. Somos parte del planeta. Somos agua, aire, minerales y energía, exactamente igual que los árboles, los ríos y las montañas. Pero en algún punto de nuestra historia, nos desconectamos.
Nos refugiamos en las ciudades, nos envolvimos de tecnología, nos rodeamos de cemento y luces artificiales. Sin darnos cuenta, empezamos a vivir desanclados de la Tierra.
Y cuando eso sucede, nuestro cuerpo lo siente.
Nos invade el cansancio, la ansiedad, el insomnio, la falta de claridad. La mente se acelera, el corazón se cierra. Nos olvidamos de respirar profundo.La ciencia también lo confirma
El contacto con la naturaleza no es un lujo ni una moda, es una necesidad biológica.
La ciencia ha comenzado a confirmar lo que las culturas ancestrales siempre supieron: la naturaleza tiene el poder de sanar. Estudios en psicología ambiental y neurociencia demuestran que el simple hecho de pasar tiempo al aire libre reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés), mejora el sistema inmunológico y favorece la concentración y la creatividad.Una de las prácticas más estudiadas es el grounding o earthing, que consiste en hacer contacto directo con la Tierra.
La superficie terrestre posee una carga eléctrica negativa y, al caminar descalzos sobre el pasto, la arena o la tierra, nuestro cuerpo absorbe esos electrones libres que ayudan a neutralizar la carga positiva que acumulamos por la exposición constante a dispositivos electrónicos, radiaciones y contaminación electromagnética.
Este intercambio energético natural permite equilibrar nuestro cuerpo a nivel eléctrico, reduciendo el estrés, la inflamación y los efectos de la sobrecarga electromagnética a la que estamos expuestos en la vida moderna.
Según investigaciones publicadas en The Journal of Environmental and Public Health, esta práctica ayuda a:
- Reducir la inflamación y el dolor físico crónico.
- Mejorar la calidad del sueño.
- Equilibra el sistema nervioso y la presión arterial.
- Favorecer la regeneración celular
- Disminuir el estrés oxidativo y radicales libres (uno de los principales factores del envejecimiento celular).
Nuestro cuerpo está diseñado para estar en conexión con la Tierra. Cuando la tocamos, literalmente nos recargamos de vida.

El desequilibrio invisible
Es decir, en las ciudades vivimos rodeados de ondas electromagnéticas: Wi-Fi, celulares, antenas, cables. Aunque no las veamos, están ahí, vibrando a nuestro alrededor y afectando nuestro campo energético.
Cada día pasamos horas conectados a aparatos, pero desconectados de nosotros mismos.
Nos cuesta dormir, nos cuesta relajarnos, nos cuesta simplemente “estar”.Y es que nuestro cuerpo necesita volver al equilibrio natural que solo la Tierra puede ofrecer. Cuando caminamos descalzos, cuando abrazamos un árbol o nos acostamos sobre el pasto, nuestro organismo se descarga y armoniza. Es como si la Tierra absorbiera nuestro exceso de energía y nos recordara el ritmo correcto al que deberíamos vivir.
Volver a sentir
¿Qué pasaría si cada día nos regaláramos unos minutos para reconectar con lo natural?
Si en lugar de mirar una pantalla al despertar, miráramos el cielo.
Si en lugar de correr, camináramos lento. Si en lugar de hablar tanto, escucháramos más.La Tierra tiene su propio lenguaje: el susurro del viento, el crujir de las ramas, el olor de la lluvia, el canto de los pájaros. Solo hay que aprender a escucharla otra vez.
Cuando pasamos tiempo en contacto con la naturaleza —aunque sea unos minutos al día—, algo dentro de nosotros se reordena. Se aquieta la mente, se calma el cuerpo, y el alma encuentra refugio.
Cada contacto con la naturaleza es una forma de sanación. No solo del cuerpo, sino también del alma.
Porque cuando nos conectamos con la Tierra, recordamos lo que somos: seres vivos, sensibles, parte de un tejido sagrado que respira y se renueva.Un llamado a la acción
Hoy el planeta nos está hablando. Nos muestra su cansancio, pero también su esperanza.
La pregunta es: ¿vamos a escucharla?Podemos empezar con algo tan simple como:
- Caminar descalzos unos minutos cada día.
- Pasar tiempo al aire libre sin auriculares, solo observando.
- Cuidar una planta y observar su crecimiento.
- Apagar los dispositivos una hora antes de dormir.
- Agradecer, en silencio, por cada amanecer.
Cada pequeño acto cuenta. Cada respiración consciente nos devuelve al presente.
La Madre Tierra nos sostiene, nos alimenta y nos sana. Lo único que nos pide a cambio es respeto y cuidado. Porque cuidar la Tierra no es un acto externo: es un acto de amor hacia nosotros mismos.
Volver a ella es volver a nuestro equilibrio natural.
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Plátano convertido en textil de moda
En un mundo cada vez más consciente de su impacto ambiental, la industria textil se encuentra en plena revolución. La creatividad, siempre impulsora de innovación, se está convirtiendo en la fuerza motriz detrás de un cambio de paradigma en la moda que no solo busca la estética, sino también la sostenibilidad.
El cultivo de banano y plátano es una fuente abundante de desperdicio orgánico. Sin embargo, en lugar de relegar estos sobrados a la basura, se están transformando en una fibra sostenible que tiene el potencial de reemplazar a los textiles convencionales como el algodón y la seda.
Esta antigua técnica textil, aunque arraigada en países como Japón, Filipinas y Nepal, está experimentando un resurgimiento sorprendente en Uganda, y a gran escala.
La fibra de plátano no solo ofrece una alternativa respetuosa con el medio ambiente, sino que también presenta beneficios tangibles. Sorprendentemente, absorbe tintas de manera más eficiente que el algodón, reduciendo así el impacto ambiental de los procesos de teñido. Además, su cultivo requiere menos agua y menos tierra en comparación con otros textiles, marcando un paso significativo hacia la sostenibilidad en la producción de moda.

Este es sólo un ejemplo de todo lo que consideramos un desecho y podemos convertir en algo nuevo y de valor. Es cuestión de cambiar la perspectiva.
La creatividad puede no solo dar nueva vida a los materiales, sino también abordar los desafíos medioambientales de nuestra época.
¿Es hora de traer esta innovación a América Latina? La respuesta parece resonar con un sí rotundo. En una región donde la diversidad cultural se entrelaza con una rica biodiversidad, la incorporación de textiles biodegradables como la fibra de plátano no solo sería una declaración de moda, sino un compromiso con un futuro más sostenible.
La creatividad está destinada a ser el catalizador del cambio en la industria textil. Desde transformar residuos en moda hasta desarrollar procesos de producción más eficientes y sostenibles, cada paso cuenta. La moda del mañana no solo será definida por su estilo, sino también por su compromiso con el planeta.
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Una nueva ola artística: arte sostenible
El arte siempre ha sido un espejo de lo humano y de cómo habitamos el mundo. Hoy, iniciativas concretas le dan cuerpo a esa idea. El colectivo Washed Ashore arma esculturas monumentales con plásticos recogidos de playas para mostrar, a escala real, el costo de los desechos marinos. En Londres, Forest for Change de Es Devlin convirtió una plaza en un bosque temporal para hablar de biodiversidad y Agenda 2030. En América Latina, el Festival Concreto en Brasil y el Museo del Reciclaje de Barranquilla impulsan piezas con chatarra y residuos electrónicos, mientras Studio Swine trabaja con plásticos del océano en objetos y performances que viajan por bienales. Incluso marcas y museos empiezan a cambiar materiales: el V&A y el MoMA han exhibido bioplásticos y piezas de micelio, señalando el paso del “objeto eterno” a la obra que nace, vive y vuelve a la tierra.

Estas prácticas no buscan solo sorprender, sino abrir conversación sobre qué materiales elegimos, cuánto duran y qué costo dejan. Al mirar más allá de la estética, el arte sostenible nos invita a revisar hábitos cotidianos y a imaginar una cultura donde creación y cuidado vayan juntos.
La obra se vuelve proceso y responsabilidad compartida, desde talleres comunitarios de arte con residuos hasta residencias que trabajan con materiales locales y biodegradables.
También crece la red que las hace posibles: residencias que financian biomateriales, laboratorios ciudadanos que enseñan a crear pigmentos y papel con desechos orgánicos, y convocatorias que premian proyectos con impacto ambiental medible. Este ecosistema une artistas, comunidad y ciencia para llevar el cambio del taller a la calle.
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Pongamos de moda andar en bici
Moverse en bici nos suma por todos lados: hacemos ejercicio sin ir al gimnasio, llegamos más rápido a compromisos, y además ahorramos en pasajes o combustible.. Y tu barrio también mejora: hay menos ruido, menos calor en el asfalto y el aire se siente más limpio cuando más personas pedalean.
Ciudades que avanzan
Bogotá, Ciudad de México, Santiago, Buenos Aires y Montevideo ya probaron medidas útiles: ciclovías que conectan barrios, sistemas públicos con tarifas accesibles, más estacionamientos y mejor señalización. No alcanza con aplaudir: hay que usarlas, cuidarlas y pedir que mejoren.
Beneficios en cadena
Cuando un viaje corto pasa del auto a la bici, bajan las emisiones que calientan el planeta y los gases que irritan las vías respiratorias. También baja el ruido y la temperatura del asfalto: menos motores, menos calor acumulado, más calles habitables.Comunidad que decide
Esto no se resuelve solo. Informarse, pedir cruces seguros y mantenimiento de ciclovías hace la diferencia. Si tu municipio abre consultas públicas, participá con tu experiencia diaria. La red que planificamos hoy define cómo nos movemos mañana.Empezá por lo posible: elegí un trayecto corto, revisá frenos y luces, sumate a la red de tu ciudad y compartí tu experiencia. Cuando la bici circula, el cuidado también.
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Arte solidario: un hogar reciclado para los gatitos de la calle
En El Cairo, el artista Ibrahim Abougendy encontró una solución simple y amorosa para acompañar a los gatos que viven en la calle; reutiliza neumáticos en desuso, para transformarlos en casitas resistentes y fáciles de mantener. Se llamó Mobikia y nació del hacer.
Cómo están hechas
Abougendy corta, limpia y pinta a mano los neumáticos; suma una base firme, un techo sellado y una apertura lateral para entrar y salir con facilidad. El caucho aísla y soporta bien la intemperie.Por qué surgió
Los cambios recientes en el clima de la ciudad -fríos más marcados y lluvias inesperadas- lo impulsaron a pensar en refugios que protejan mejor a los animales. La observación del entorno guió el diseño.
Comunidad en acción
Vecin@s y comerciantes donan cubiertas usadas, ayudan a ubicar los refugios en puntos de comida o descanso y organizan rondas de seguimiento. La idea viaja rápido porque es replicable, con herramientas básicas y un diseño claro, cualquier grupo puede adaptarla a su barrio.Lo que enseña
Mobikia muestra un camino posible, el de resolver con lo que hay a mano. No es solo un objeto lindo; es un diseño pensado para el uso, con un impacto directo en la calidad de vida de los animales y también, en la de quienes los cuidan.Si en tu comunidad hay gatos callejeros, podés replicar el modelo, será un pequeño gesto que abrigará a muchas vidas. ¡Contanos qué te parece si te animás a probarlo!
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Un invento para reducir la contaminación plástica
Cada año producimos cientos de millones de toneladas de plástico. Mucho es PET (botellas y envases). En 2022, científic@s de la Universidad de Texas presentaron FAST-PETasa, una enzima que desarma ese plástico en horas o días y permite re-utilizarlo, en lugar de quemarlo o enterrarlo.
De la naturaleza al laboratorio
La idea nace al estudiar microbios que degradan el PET en la naturaleza. Con ese aprendizaje, mejoraron la enzima para que funcione a baja temperatura y sea más rápida.Qué cambia si se escala
Hoy se prueba en plantas de reciclaje. Si se adopta en mayor escala, el PET podría circular más veces con menor impacto, reduciendo no sólo residuos, sino demanda de materia prima virgen.
Oportunidad para la región
En Argentina y en países vecinos, esta tecnología puede complementar la recolección diferenciada, a las cooperativas cartoneras y plantas de clasificación. Cuanto más limpio y separado llegue el PET, mejor funciona la enzima y mayor es la calidad del material recuperado.Con políticas de envases y compras públicas sostenibles, podemos cerrar el ciclo de botellas y textiles de poliéster, generar menos basura, recuperar más material y cultivar una economía que se regenera, tal como lo hace la naturaleza.
Lo simple suma: separar limpio, apoyar a las cooperativas, elegir envases retornables. La innovación ayuda, pero es la comunidad la que lo hace posible.
Para saber más
- Video sobre microbios que degradan PET: https://www.youtube.com/watch?v=US65qTsjpFI
- Nota de Independent en Español: https://www.independentespanol.com/noticias/ciencia/fast-pet-plastico-desechos-cientificos-b2066987.html
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Qué es la economía circular
La economía circular propone dejar atrás el modelo lineal de extraer–producir–usar–tirar y diseñar sistemas donde los materiales circulen el mayor tiempo posible con el menor impacto. Implica repensar productos desde el origen, que sean durables, reparables, actualizables, hechos con materiales reciclables o biodegradables, y procesos que eliminen residuos desde el diseño.
Panorama actual. Según la Circularity Gap Report 2024, sólo alrededor del 7% de la economía global es “circular”, y el uso de materiales sigue creciendo por encima de la capacidad del planeta. La meta no es reciclar más al final, sino prevenir residuos y emisiones en toda la cadena.

La Unión Europea avanza con el Ecodesign for Sustainable Products Regulation, que exigirá reparabilidad, pasaportes digitales de producto y restricciones a destrucción de excedentes.
Joan Melé, referente en banca con valores, recuerda que “el dinero es un acto moral” y que cada compra e inversión define el tipo de economía que creamos. La circularidad no es solo técnica, sino que requiere transparencia y trazabilidad que oriente capital hacia proyectos con impacto real. Decidir dónde ponemos nuestro dinero, desde una cuenta bancaria hasta un proveedor, es parte del cambio de paradigma.
La economía circular no es un destino, sino una práctica diaria: diseñar sin residuos, usar más tiempo, devolver al ciclo y financiar lo que cuida la vida. Cada decisión cuenta.
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Ladrillos ecológicos para construir un mundo mejor
Desde Nairobi, Nzambi Matee y su equipo transforman plástico descartado en materiales de construcción que cambian barrios y también miradas. Su empresa, Gjenge Makers, ya recicló más de 200.000 kilos de residuos y los convirtió en adoquines y baldosas de alto desempeño. Además, impulsó empleo para recolectores, organizaciones juveniles y mujeres.
Los adoquines de Gjenge están fabricados con plásticos recuperados y tienen una resistencia a compresión superior a la de los pavers de hormigón tradicionales. Son durables, coloridos y pensados para veredas, patios, senderos y espacios comunitarios.

Cada pieza es un paso menos de plástico en vertederos y un paso más hacia barrios más limpios y lindos.
El modelo es circular y local, donde los residuos que antes no tenían salida se convierten en insumo; ese insumo se vuelve infraestructura útil y, en el camino, se generan oportunidades de trabajo. Gjenge Makers lo resume bien al demostrar que se puede construir de otra manera, de forma accesible y sostenible para el mundo.
Para contactarlos o conocer proyectos recientes, especificaciones técnicas y pedidos:
- Sitio oficial: https://www.gjenge.co.ke/
- Email: sales@gjenge.co.ke
- Teléfono/WhatsApp: +254 768 188 934 / +254 102 188 934
- Dirección: Butere Rd, Nairobi
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MOF: diseñar el vacío para resolver problemas concretos
Es urgente encontrar formas más inteligentes de capturar, separar y purificar moléculas. Aire, agua, alimentos y energía comparten el mismo obstáculo: necesitamos materiales que funcionen sin gastar de más.
El Premio Nobel de Química 2025 reconoció a Richard Robson, Susumu Kitagawa y Omar M. Yaghi por abrir el camino creando los MOF: marcos metal‑orgánicos, cristales con cavidades internas diseñadas a medida. El vacío, adentro, tiene un propósito.
Un MOF es como un panal a escala microscópica. Se arma con dos piezas: nodos metálicos y puentes orgánicos. Juntos forman una red rígida llena de huecos invisibles a simple vista, pero con una superficie interna enorme. Ahí está la clave: cuanta más “pared interna” hay, mejor puede pegarse la molécula que queremos capturar. Cambiando el metal, el puente o un detalle químico de la pared, se elige qué moléculas prefiere el material. No hace falta saber química para entenderlo, es como ajustar el tamaño y el imán de un colador.

En la práctica, los MOF se integran en filtros, cartuchos o recubrimientos. El aire o el agua pasan a través, las moléculas objetivo se adhieren a las paredes internas y, cuando el material se llena, se regenera: se cambia la temperatura o la presión, o se usa un gas de barrido para liberarlas. Ese ciclo se repite muchas veces.
El aporte de los premiados fue complementario. Robson imaginó la arquitectura. Kitagawa mostró que estas redes pueden “respirar” y seguir funcionando. Yaghi les dio estabilidad y un método para diseñarlas a medida. Juntos, convirtieron el espacio interno en una herramienta.
Ayudemos a que estas alternativas lleguen a donde más impacto puedan tener. Compartí esta nota e investigá más sobre estas soluciones porosas para tu empresa, universidad o municipio. El cambio empieza por elegir tecnologías que hagan más con menos.
Si querés saber más:
- Li H., Eddaoudi M., O’Keeffe M., Yaghi O. M. (1999). Design and synthesis of an exceptionally stable and highly porous metal–organic framework. Nature, 402, 276–279. DOI: 10.1038/46248
- https://www.conicet.gov.ar/cientificos-del-conicet-explican-por-que-ganaron-el-nobel-de-quimica-los-creadores-de-las-estructuras-metalorganicas/
- https://www.economist.com/science-and-technology/2025/10/08/this-years-nobel-laureates-have-now-been-announced

